Psicología y coaching
Recuerdo la primera vez que escuché la palabra ‘coaching’ relacionada con el ámbito de la psicología. Fue en el año 2006.
Me presentaron a un coach certificado que me explicó en qué consistía el coaching. Provenía del mundo del marketing y su orientación era el coaching ontológico. Afirmaba que el coaching era algo diferente a la psicología porque se centraba en el presente para conseguir un cambio en la persona que le facilitara la consecución de sus objetivos.
En esa conversación y posteriores emails, muy interesantes, puede comprobar que sus argumentos en favor del coaching estaban muy relacionados con todo lo que utilizábamos en la aplicación de la terapia cognitivo-conductual. Sin embargo, insistía en que el coaching era algo nuevo que nos podía interesar a los psicólogos. Creo que sus conocimientos sobre psicología eran bastante limitados y algo anticuados.
Tengo que reconocer que mi primer pensamiento fue “¡Qué pueden aportar estos ‘coaches’ a la psicología, si ni siquiera la conocen!” y “¡Cómo se permiten aplicar nuestras técnicas con una preparación psicológica tan escasa!”.
Pasado un tiempo, en el año 2009, dentro de un seminario de coaching en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, empecé a comprender cómo el coaching es una metodología que tiene muchos puntos en común con las técnicas que se utilizan en la terapia cognitivo-conductual aunque, normalmente, fuera del ámbito clínico.
En la actualidad, ya no me planteo quién puede o no pude aplicar la psicología al coaching o el coaching a la psicología, sino que intento en mi trabajo, principalmente como psicólogo, utilizar los planteamientos y técnicas compatibles, así como adaptar mis conocimientos y experiencia en el ámbito clínico a otros ámbitos y viceversa.
A nivel personal y profesional el coaching es un procedimiento de intervención que pretende posibilitar cambios cognitivos, emocionales y conductuales que faciliten la consecución de objetivos y el aumento del desempeño. A nivel grupal, sirve para optimizar equipos de trabajo.
Después de muchos años de profesión como psicólogo y como coach creo que la psicología como ciencia contribuye en gran medida al desarrollo del coaching como metodología, tanto desde el punto de vista teórico-práctico como desde la investigación.
Por otra parte, desde sus inicios la terapia cognitivo-conductual (TCC) ha tenido interés en salir de la consulta y aportar sus beneficios a la sociedad en general. Además, muchas de las técnicas utilizadas en dicha terapia se utilizan en las sesiones de coaching y en las ‘tareas para casa’ tan características tanto del coaching como de la TCC.
Los antecedentes de esta relación entre la terapia psicológica y el coaching, en este caso aplicado al trabajo, podrían estar en el conocido psicólogo estadounidense Albert Ellis. En 1967 la ‘Capacitación en Efectividad Racional’ (CER) se propuso como un método para facilitar la dirección y las relaciones laborales. La CER se inició cuando el profesor Milton Blum, amigo de la universidad de Ellis, que conocía la TREC desde 1957, se dio cuenta de que este tipo de terapia era fácilmente adaptable al ámbito de los negocios y de la industria. La CER influyó indirectamente en autores como Peter Druker y Stephen Covey.
Algunas de las metas de la CER, muy relacionadas con lo que actualmente trabajamos en el coaching, son las siguientes:
– Conseguir más mediante la eliminación del temor a fracasar.
– Llegar a ser más tolerantes y menos hostiles con los superiores, socios o subordinados.
– Lograr la autoaceptación y el autorrespeto incondicional.
– Lograr una ansiedad e inseguridad mínimas.
– Lograr una máxima autodeterminación.
– Lograr una alta tolerancia a la frustración.
– Conseguir intereses vitales absorbentes.
Destacar también, la gran utilidad de los listados de pensamientos distorsionados en relación a generar distinciones, reflexiones y preguntas, fundamentales en las sesiones de coaching y que en el ámbito de la psicología deportiva la metodología del coaching se utiliza cada vez más.
