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Adaptarse a los cambios: una habilidad fundamental.

Nos podemos preguntar: ¿Cómo aceptamos los cambios inesperados o impuestos?


Darwin decía que no sobreviven las especies más fuertes, sino las que mejor se adaptan al entorno. En el mundo empresarial se sabe que la capacidad de absorber las necesidades de cambio es una característica imprescindible para sobrevivir y progresar como organización. En el ámbito personal esta habilidad de adaptarse, es fundamental y necesaria para el éxito.


En la vida nada es estable. Todo cambia, y parece que cada vez más rápido. La teoría del devenir de Heráclito se fundamenta en que todo está en proceso de cambio incesante. Nada escapa a este devenir. Cuando se está bien, sucede algo que lo desbarata y hay que buscar una forma de continuar, eso sí, aceptando la realidad. Nos es fácil. A veces preferimos recrearnos en el lamento. Refugiándonos en el pasado, en lo que ya no tenemos, parece que nos consolamos. Pero realmente estamos perdiendo el tiempo y la energía.


La clave

está en aceptarlo, sobreponerse y pasar a la acción, siempre pasar a la acción, para encontrar la mejor estrategia para el cambio necesario.


De hecho las últimas tendencias de psicología positiva, inteligencia emocional, coaching y otras herramientas con las que trabajamos, van por ahí. Términos como resiliencia, optimismo, cambio de espectador y adaptación, están presentes en la mayoría de los artículos que tratan la mejora del rendimiento de las personas.



Precisamente, la adaptación al cambio es una buena medida de predicción de éxito junto a otras dimensiones como la constancia y el esfuerzo. También, un factor de predicción de éxito es la inteligencia emocional y social cuyos principales componentes son: conocer nuestras propias emociones y tener en cuenta las de los demás (empatía), conseguir un alto grado de motivación interna, controlar las emociones y tener habilidades de relación social. El desarrollo de estos factores va a facilitar la adaptación al cambio y la progresión hacia el éxito en la nueva situación. Nos serviríamos, entonces, de la inteligencia como capacidad adaptativa.


Dado que las emociones son la base de la acción, si queremos superar las dificultades en una dirección positiva, tendremos que generar emociones que nos permitan la acción efectiva. Y esto se consigue trabajando nuestra forma de pensar. Interpretando la realidad con opción de cambio y de mejora, sin tremendismos ni pesimismos.


El miedo y la ira son las emociones esenciales que impiden el cambio. El miedo nos paraliza y nos impide pasar a la acción. La ira no nos deja ver el futuro y nos ancla en el pasado. Para mejorar debemos liberarnos de estas emociones y buscar la esperanza y la motivación. Para ello debemos plantearnos el análisis de la realidad, su aceptación, plantearnos nuevos objetivos alcanzables, elaborar un plan de acción, ejecutarlo y evaluarlo. Así es como se pueden superar las dificultades, una y otra vez, sin perder el ánimo (automotivación) y conseguir remontar.



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